El equipo de Sergio Hernández superó a Francia por 80 a 66 y disputará el partido decisivo ante España. Scola máxima figura con 28 y 13 rebotes.

El comienzo fue nuevamente excelente. Bajando un mensaje de ambición y deseo, el equipo argentino entró al partido dejando bien en claro que no se conformaba con el batacazo a Serbia. Y con una defensa agresiva y un Scola activo (siete) se puso rápidamente arriba por 10 a 2 en apenas cuatro minutos. No obstante, como era de esperar, los europeos reaccionaron. Lo hicieron con el poderío de sus invidivualidades (De Colo y Fournier) y, sobre todo, a partir de su excelente planteo defensivo. Así y todo, Argentina pudo cerrar el primer chico arriba (21-16).

El problema comenzaría en el segundo. Cuando los europeos se crecieron a partir de un par de acciones lujosas y parecieron tomar el control del partido (24-23 restando siete minutos). El regreso de Campazzo acomodó un poco la situación. Y la Selección metió un 8-0 para volver a ponerse arriba (31-24 con cuatro minutos en el tablero). De allí en adelante, y hasta el descanso, el equipo de Hernández aprovechó la falta de efectividad de los galos (2-13), insistió con su insoportable primera línea defensiva y utilizó a Scola como bandera (13 y diez rebotes). Con esos argumentos y un buen cierre, pudo irse con diferencia de siete (39 a 32) y mantener viva su esperanza.

Ya en el complemento, Argentina defendió con un nivel asombroso para sacar 15 (55-40 a falta de 3’49’’), resolviendo en ataque con un buen tramo de Vildoza y Campazzo haciendo de todo un poco. Francia entonces se frustró. Ya no era una simple racha negativa. Estaba contra las cuerdas y no podía salir. Gobert no podía establecer presencia en la pintura, De Colo aparecía de a ratos y Fournier lucía absolutamente molesto con la pegajosa marca de quien lo defendiera. El escenario estaba servido para otro batacazo. Pero faltaba un cuarto entero por delante.

Y ese cuarto fue una fiesta. Scola explotó (terminó con 29 y 13 rebotes) y se adueñó del partido. El resto lo siguió con fidelidad, el DT francés se sentó ya resignado y la Selección se escapó a 14 (71-57 a falta de cuatro minutos). No hubo espacio para ningún intento de reacción más. Nada podría quebrar la resistencia argentina. Estaba demasiado enfocado el grupo.

Argentina está en la final. Una locura absoluta e inesperada. Y un premio a un equipo que edificó ladrillo por ladrillo un muro de compromiso, solidaridad y enfoque más duro de lo que cualquier rival pudo haber sospechado. Así las cosas, buscará el título ante España, el próximo domingo. El último capitulo por delante. El último paso hacia la gloria eterna, que igual ya es eterna.