El equipo de Sergio Hernández cayó por 95 a 75 ante el de Scariolo y se quedó con la medalla de Plata en el Mundial de China. Nada para reprochar.

El inicio fue muy pobre. Si poder descifrar el planteo español, Argentina se mostró irresoluta y rápidamente se encontró abajo (7-0 en apenas tres minutos). Ese parcial se extendió a 14-2. Campazzo no encontraba el aro (0-3) y del otro la confianza se agigantaba. Pero apareció Brussino, uno que el equipo extrañaba mucho, y con ocho puntos casi seguidos, devolvió la paridad. Fue un espejismo. España recuperó rápidamente el enfoque y cerró el cuarto con una ventaja clara y justa de nueva (23-14).

En el segundo chico esa tendencia se agudizó. El equipo perdió la batalla de los rebotes de manera notable (26-15 abajo la lucha aérea), no pudo encontrar nunca a Scola (cero) y tampoco tuvo efectividad con el tiro externo (3-13) como para compensar esas limitaciones. Así la ventaja se fue estirando lentamente hasta ser de 17 (51-34). Argentina intentó una tibia reacción con una ráfaga de Laprovittola y la energía de Deck para ponerse a ocho (31-39 restando 1’57’’), no obstante, cerró mal y se frustró. Conclusión: 43-31 al descanso y un escenario alarmante.

Ya en el complemento, el partido se desvirtuó. La Selección entró de manera definitiva en la telaraña española y se hundió. Nunca había estado en la situación de verse superada. En todo el Mundial jamás le había pasado. Y descubrirse en esa disyuntiva, la llevó a un nivel de frustración que destruyó la confianza. Fue un vendaval rojo, que llevó el tablero a una diferencia de 21 (60 a 39 a falta de tres minutos y medio). Ya no hubo más equivalencias. Gasol dominó el juego, el ritmo, la dinámica. Y encontró en Rubio su mejor aliado.

El último cuarto fue sólo para intentos desesperados de Argentina por volver al partido y los de Scariolo aprovechando esa ansiedad para jugar con los tiempos y el control. Campazzo entró en estado de resignación por primera vez en el torneo (qué injusticia ese desenlace para su tremendo Mundial) y Argentina, si bien luchó hasta el final, se nubló hasta perder el eje. Laprovittola fue la bandera. No alcanzó. Los españoles con oficio y experiencia, hicieron lo que mejor saben hacer: aprovechar las oportunidades y ganar. Fueron justos campeones.

Se cierra un torneo histórico para el equipo de Hernández, que como bien definió en zona mixta, no perdió la medalla de oro, sino que ganó la de plata. El tiempo pondrá en el lugar que corresponde el logro alcanzado. La trascendencia que alcanzó esta Selección, incluso rompiendo la grieta de un país en llamas. Jugando con hidalguía. Luchando. Generando empatía a partir de sus valores.