Este Sudamericano marcó un quiebre en la historia de la selección y de todo el básquetbol argentino, ya que aquí hizo su desembarco masivo el grupo que luego alcanzaría los mejores resultados con la camiseta nacional. En un año con muchas competencias el técnico Lamas encontró serios problemas para conformar el equipo. Muchas ausencias de valores importantes: Milanesio, Oberto, Nicola, Sconochini, Osella y De la Fuente, entre otros. Por eso, en el Sudamericano, que si bien por ser local obligaba a ir en busca del título, optó por incluir a muchos jóvenes, entre ellos seis que habían participado del Mundial Sub22 de 1997.
Los primeros tres partidos expusieron en forma descarnada las enormes diferencias que existen en el básquetbol de la región, agravadas por un grupo con ambición y una gran actitud. Así pasaron Perú, Ecuador y Colombia, permitiendo que Argentina rotara su plantel, a partir de conseguir ventajas muy amplias. En el último partido del grupo clasificatorio Venezuela, con un plantel experimentado, se presentaba como un rival de cuidado, pero la intensidad argentina lo vapuleó, ganándole por 26 puntos.
En la semifinal, Uruguay, otro con jugadores de largo recorrido, le opuso una buena resistencia. Argentina se quedó con la victoria por la ventaja lograda en la primera mitad y que supo mantener.
Pero en la final del torneo nada fue igual. Argentina estuvo impreciso y si bien tuvo una ventaja estrecha en primer tiempo, Brasil fue superior en el momento de la definición, para quedarse con la victoria y el título sudamericano. Más allá de la frustración, para los argentinos quedaron las clasificaciones para el Torneo de las Américas y los Juegos Panamericanos de ese mismo año.