Con la prohibición de San Antonio para que Ginóbili se sumara a su selección, Argentina, que seguía contando con Scola, Delfino, Oberto y Prigioni como columna, más el regreso de Jasen, tuvo una preparación con lesiones y resultados irregulares hacia el Mundial. Cuando parecía que el equipo alcanzaba un buen nivel, el día previo al inicio se conoció la ausencia forzada de Nocioni, provocada por Philadelphia. Tanto Cequeira como Mata se sumaron de apuro al plantel. Aun mostrando que no le sobraba nada, que su poderío mermaba, pero con un Scola inmenso, logró una ajustada victoria ante la joven Alemania en el debut y luego un agónico triunfo ante un rival de cuidado como Australia, a pesar de la ausencia de Oberto, por enfermedad. Tanto Angola como Jordania no trajeron problemas, aunque tampoco permitieron darles descanso a los principales jugadores. El perder estrechamente frente a Serbia en el cierre de la primera fase no chocó con los cálculos previos, aunque Argentina demostró que mantenía aspiraciones de pelear ante todos.
Ya con Oberto recuperado y Scola produciendo una actuación para la historia (marcó el récord de puntos de un argentino en un Mundial) se logró un sufrido triunfo ante Brasil en octavos de final, motivando un largo festejo. Sin embargo, Lituania le provocó una derrota tan dura como amplia, que lo hizo chocar contra la realidad. En la reclasificación el equipo mostró un gran temple venciendo con claridad a un poderoso como Rusia y luego en un partido exigente y cambiante a España, lo que le permitió terminar en un meritorio quinto puesto.
Por primera vez un argentino, Scola, encabezó la tabla de anotadores del Mundial, siendo además, elegido en el Quinteto Ideal, mientras que Prigioni fue el líder en asistencias del torneo.