Después de dos ediciones ausente, Argentina concurrió al Mundial, que por primera vez reunía 24 selecciones participantes, con la idea inicial de superar la primera fase. Para eso realizó una extensa preparación, que incluyó una gira con partidos en cinco países diferentes, en Centroamérica y Europa. El plantel, al mando del puertorriqueño Flor Meléndez, único extranjero en dirigir a la selección argentina en toda su historia, reunió a mucha juventud y solo un puñado de experimentados. Poco antes del arranque del Mundial sufrió la lesión del pivote Luis González, quien fue reemplazado por el joven y prometedor Borcel.
El partido clave en la fase de grupo fue ante Holanda en el debut y terminó con triunfo sufrido, en tiempo suplementario. Luego cayó con Canadá, algo que estaba dentro de los cálculos. Lo mismo que la amplia victoria ante el desconocido Malasia. Frente a Yugoslavia se jugó un gran primer tiempo, pero al no poder sostener el ritmo en el complemento, se terminó dando la lógica. El cierre fue con un amplio triunfo frente a Nueva Zelanda.
En el comienzo de la segunda ronda Argentina dio la gran sorpresa del torneo al vencer a Estados Unidos, posteriormente campeón, con una actuación para el recuerdo. La posterior victoria ante China lo dejó a un triunfo de pelear por el quinto puesto, pero Italia demostró ser superior y nunca le dio opciones reales.
En la lucha por el 9° puesto el equipo se cayó física y mentalmente, sumando dos derrotas, una previsible ante Grecia y otra inesperada frente a Cuba que lo ubicaron en la 12° posición final.
En el aspecto individual Cortijo lideró la tabla de asistencias del Mundial.