El calendario de 1991 se cerró con la disputa de los Juegos Panamericanos. Si para armar el plantel argentino que participara del Sudamericano había sido complicado, para el que lo hizo en el torneo continental no fue más sencillo. Los regresos valiosos de Maggi y Cortijo o la incorporación de Pérez, tras su paso por España, quedaban opacados, nuevamente, por renuncias importantes como las de Campana y Montenegro. A su vez, Espil hacía su debut en la selección mayor. Por otro lado, los problemas económicos impidieron una preparación más extensa. Si bien hubo tres amistosos ante Uruguay, el equipo se reunió completo casi sobre la partida hacia Cuba.
La décima edición de los Juegos Panamericanos ofreció un torneo de dos grupos de cinco seleccionados, de los cuales los cuatro primeros pasaban a los cruces eliminatorios desde cuartos de final. Una vez en Cuba, Uranga, capitán del equipo, quedó marginado del torneo por una infección estomacal, por la que debió ser internado.
Ni en la peor de las pesadillas se podía imaginar un debut tan negativo: derrota, en tiempo suplementario, ante Bahamas. Si bien el equipo mejoró, sufrió una segunda derrota seguida ante el equipo universitario de Estados Unidos. Cuando el panorama pintaba para estrepitoso fracaso, Argentina reaccionó con dos buenas victorias, ante Cuba y Venezuela, campeón sudamericano.
El cruce de cuartos de final parecía superable, ya que el rival era México. Sin embargo, los argentinos tuvieron un flojo rendimiento y cayeron sin atenuantes, quedando eliminados de la lucha por las medallas.
En la reclasificación volvieron a perder de forma aplastante frente a Brasil, mientras que cerró el torneo con un triunfo ante Uruguay por el séptimo puesto.
No obstante, la eliminación de Venezuela, debido a un caso de doping de uno de sus integrantes, le permitió terminar en el sexto puesto final.