Debió soportar muchos kilómetros y viajes el plantel de Hispano Americano para llegar a este momento de gloria. Viajes eternos por culpa de la irreversible distancia geográfica que hay. Pero valió la pena. El desahogo final justificó el esfuerzo. ¡El Sur también existe!
“Nadie se acostumbra a lo malo, los viajes son agotadores. Pero hay que aceptarlo. Lo mismo que el tema de los jugadores que no quieren venir. Nosotros hacemos lo que podemos: cumplimos lo que prometemos, pagamos en término y siempre ponemos lo mejor. Por eso, los que se han animado, terminaron contentos. Eso es positivo para nosotros porque la bola se corre entre los propios jugadores”. Las palabras de Francisco Anglesio, por entonces uno de los principales dirigentes del club, sintetizaba el drama histórico de Hispano Americano: vivir lejos. Corría el año 2011 cuando Anglesio realizó esta declaración. El club disputaba su primera experiencia en el Torneo Federal y soñaba con el ascenso. Debió esperar un tiempito más para concretarlo…

La apuesta fuerte de esta institución por el básquet comenzó en 1998, cuando se decidió por decisión mayoritaria jugar la Liga B, con el bahiense Federico Radavero como referente. Hubo temporadas malas y otras muy buenas, como la de 2010, que casi lo deja en el TNA (cayó en la semi con GEVP). Hubo períodos duros y otros, como el actual, de crecimiento. Pero siempre padeciendo las distancias. Porque a Hispano, desde su perspectiva austral, todo le queda lejos. Los rivales más cercanos (Deportivo Roca y Del Progreso) le implican más de 1.400 kilómetros de viaje.

Por todo esto, el paso al TNA es un premio a la constancia, al esfuerzo, a no bajar jamás los brazos a pesar de la adversidad geográfica. Hispano se va para arriba. El grito de desahogo se oyó con fuerza desde aquel extremo sureño.

Foto: www.laopinionaustral.com.ar

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