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Tuve la suerte y la desgracia de nacer en Cuba

Viernes, 26 de Mayo de 2017 / Publicado en La entrevista de la semana
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Reynaldo García y un imperdible testimonio en La entrevista de la semana. El escolta analiza la gran temporada de San Martín de Corrientes en la Liga Nacional y se mete de lleno en la vida del deportista cubano. Las dificultades en los comienzos, las trabas para crecer allí pensando en el profesionalismo, la frustración por cuestiones políticas, su complicada situación con el seleccionado y mucho más. 

-¿Cómo viven estos días de preparación de cara a lo más importante de la temporada, que son los playoffs?
-Hemos estado trabajando mucho y manejando el tema del descanso. Estamos enfocados en estos playoffs, que son la parte más dura del torneo. Puede que nuestro rival sea Olímpico, que es el único que nos ganó de local, así que seguramente será una serie complicada.

-En cuanto al descanso que mencionás, ¿les sirve para recuperar piernas o preferían no saltearse una ronda de playoffs? Porque venían con un gran rendimiento en la parte final de la fase regular.
-Claro, seguro. Si bien el descanso es bueno porque te recuperás, cuando es muy largo te saca de ritmo. Los partidos de entrenamiento no son lo mismo, así que probablemente el primer encuentro sea complicado para nosotros. Lo vamos a tener que ganar con actitud e intensidad a partir de las piernas frescas que tendremos.

-Más allá de que San Martín se armó con pretensiones altas, ¿esperaban una situación así al empezar la temporada, de dominio constante de principio a fin?
-Nosotros sabíamos que teníamos un buen plantel y desde los primeros amistosos encajamos muy bien. Siempre fuimos solidarios con la pelota y nunca tuvimos un jugador que quisiera destacarse por encima del resto. Pero no pensábamos que íbamos a ser primeros en la Conferencia Norte, que es muy complicada y con equipos que se armaron muy bien. Teníamos equipo para pelear entre los primeros cuatro, pero no sabíamos que nos íbamos a pasar todo el año en la cima.

-¿Qué hizo San Martín para ser el mejor de la temporada en el Norte?
-Creo que nos entendimos bien desde el principio. De hecho, fui uno de los últimos en llegar y en ese momento ya éramos solidarios, nos pasábamos bien la pelota y no había ambiciones de tiros. Acá todos tiran para el mismo lado y nunca tuvimos problemas entre nosotros. Creo que fue lo mejor que nos pasó.

-¿Y cómo fue tu adaptación desde lo individual? Porque venías acostumbrado a roles más protagónicos en Estudiantes y Sionista, y acá tuviste que entrar en la dinámica de repartir todo mucho más.
-Cuando vi el equipo más o menos sabía lo que me esperaba, entendía el poder ofensivo que tenía y que no iba a ser lo mismo que en mis clubes previos. Llegué, tuve una reunión con Seba (González, el DT) y me dijo lo que quería de mi, que este año no iba a ser lo mismo que en el pasado pero que sí iba a necesitar que en los momentos en que los partidos se trabaran, tratara de destrabarlos con acciones individuales. Es lo que he venido haciendo todo el año. Quizás no se dio mucho la posibilidad porque siempre pasamos el balón y buscamos otras opciones, pero creo que en playoffs se cierran un poco más las cosas y ahí trataré de hacer lo de otros años.

-¿Cómo te gusta definirte como jugador?
-En este equipo apunto a hacer desde lo mínimo hasta lo máximo. Desde un recupero de bola, una asistencia, puntos… Lo que sea. Salvo cuando se lesionó (Jeremiah) Wood, donde tuve algo más de protagonismo individual, siempre hice otras cosas. Si no me toca meter 20 puntos, trato de dar cinco asistencias. Si no puedo, busco robar tres o cuatro bolas, bajar algunos rebotes o correr un par de contras, que eso levanta al equipo. Siempre busco encaminar las cosas hacia lo que necesite el equipo.

-¿Pensaste que ibas a llegar a establecerte en una competencia como la Liga Nacional?
-No lo pensé. Siempre le tuve mucho respeto a la Liga y no pensé que me iba a ir bien, pero sí quería la oportunidad para probarme a mi mismo. Antes de llegar pensaba que necesitaba jugar acá para saber si estaba listo o no, como persona y jugador. Todo se fue dando bastante bien por suerte. El año pasado, si bien estuve bien desde lo individual, no fue bueno a nivel colectivo. Y este año fue como una revancha. Cuando estás rodeado de buenos jugadores, todo es más simple y la situación se hace mejor.

-¿Qué sabías de la Liga Nacional antes de venir a Argentina?
-Conocía algo de enfrentarme a equipos a nivel sudamericano o de Liga de las Américas. Ahí te encontrás con los primeros de la tabla, que son los mejores. Sabía que era una Liga fuerte, con buenos jugadores, donde todos se pasan mucho la pelota y se parece más al básquet europeo.

-Y después de tres temporadas, ¿qué es lo que más te atrae de la competencia y lo que más te cuesta?
-Lo bueno es que acá se aprende mucho. Si te llevan a situaciones complicadas, terminás aprendiendo porque tenés que enfrentarte a diferentes retos todos los días. También aprendés mucho cuando estudiás a los rivales, o al tener compañeros que te guían y te hacen crecer, como Juan (Cantero) y Coco (Mainoldi). Por otra parte, llega un momento en que la temporada se hace tan larga que te cuesta, sobre todo a partir de febrero, donde todos empiezan a jugar por algo y se hace más complicado, te estudian bien, te buscan tu punto débil. Y tenés que esforzarte el doble cuando más cansado estás.

-¿Y qué te encontraste en cuanto a la vida en nuestro país?
-Yo paso mucho tiempo en casa, descansando. Y si bien es diferente a la de Cuba, porque allá es todo más movido, no es nada complicada. Me he adaptado bien a la vida acá, y tuve la suerte de tener compañeros de equipo que me recibieron bien, y eso te ayuda mucho en todo sentido.

-Te llevo hacia atrás. ¿Cómo empezó el básquet en tu vida?
-Fue en La Habana, cuando tenía 6 ó 7 años. Mi tía jugaba al básquet y justo en la escuela en que yo estaba había básquet, y me gustaba. Pero creo que también lo jugaba porque los que lo hacían, en ese momento, salían más temprano de la escuela (risas). Pero bueno, decidí jugar y las cosas se me fueron dando. A los 15 años tuve problemas porque era muy pequeño y se me complicaba, pero cuando cumplí 16 crecí bastante, pasé de 1.70 metro y a 1.82. Y ahí me motivé más, porque sabía que la estatura podía acompañar lo que venía haciendo de pequeño con la técnica.

-Para el de afuera parece complicado el hecho de irse al exterior para el deportista cubano. ¿Es así?
-Sí, para el deportista es complicado, sobre todo cuando llegás al punto de jugar en la selección. Cuando estás en el equipo de Cuba se te complica más porque firmás un compromiso con el país y no podés salir, porque te dan un pasaporte especial cuando jugás con la selección. Si la inteligencia del país se entera que querés salir, te ponen en una lista en el aeropuerto y todo se vuelve más difícil. Por eso se puede ver a muchos deportistas que viajan con el seleccionado y se quedan donde van. Ahora se están dando algunos permisos, como le pasó a Javier Justiz (pivote de Estudiantes de Concordia).

-Así, dar un buen salto al profesionalismo era imposible.
-Sin dudas.

-¿Y cómo se vive esa situación? Porque seguramente te veías potencial como le puede pasar a muchos cubanos, pero al mismo tiempo chocás con las ganas de representar a tu país con un seleccionado.
-Sí, de hecho en ese momento quería jugar con la selección. Pero bueno, había varias cosas también a considerar. Yo pensaba que me podía quedar y jugar, pero era tener un torneo al año y luego estar tres o cuatro meses en la liga de Cuba. El resto del tiempo te lo pasás entrenando y sin competencia, y llega un momento en que te estancás. Yo me senté a hablar con mi papá en aquella época, y él me dijo que lo mejor era que me fuera. De todas formas, si en algún momento llegan a cambiar las cosas en Cuba, puedo volver a jugar para el seleccionado porque yo no incumplí nada, salí de forma legal.

-¿Y cómo se vive el básquet en Cuba?
-Tuvimos un tiempo en que el básquet, a principios de los ‘90, era de lo mejor en el país. Luego salió otro equipo muy bueno, pero los jugadores se quedaron y el nivel empezó a caer un poco. Cuando yo estaba jugando, la selección iba creciendo de nuevo y venían con otra mentalidad por viajar algunas veces y ver cómo era el básquet afuera, pero también se quedaron en el país. Y ahora hay una camada de muchos jóvenes, pero al básquet no se le está dando mucha importancia. De hecho, casi a ningún deporte se le da, porque la mayoría intenta salir.

-¿Entonces qué es el deporte para la sociedad cubana hoy en día? Por lo que contás, si querés dedicarte realmente a una disciplina, tenés que salir del país.
-Y sí... La economía del país, al no ser buena, lleva a que los deportistas piensen en sus intereses, en salir, jugar, ganar dinero y ayudar a sus familias. El deporte de Cuba se está quedando sin atletas, porque los mejores tratan de irse, incluso de forma ilegal. Si hay alguna figura nueva, se va. Ahora están sacando un poco las trabas, y seguramente será bueno.

-¿Cómo se lo ve en Cuba al deportista de allí que se va del país buscando un camino mejor?
-Bien, nunca se lo ha criticado. A ver, el pueblo no lo ha criticado. Por ahí el gobierno sí lo hizo. Pero el pueblo no lo hace.

-Claro, ahí hay otra parte del asunto, que es la mezcla del deporte cubano con la política. ¿Cómo les cae?
-Y, al deportista no le gusta. Por ejemplo, casi todos los jugadores, te diría el 85 o 90% y sobre todo los jóvenes, quieren jugar en la selección, pero saben que por el tema político no pueden. Entonces no nos gusta que se mezclen los temas. Si alguno se fue de forma ilegal se le podría hacer un castigo de no jugar por cierto tiempo, pero los que se fueron de forma legal, deberían poder hacerlo como pasa en todos los países del mundo. En Cuba ni siquiera se te da esa posibilidad.

-Y los ponen en una situación durísima. Porque o elegís la satisfacción de representar a tu país con la selección pero a riesgo de estancarte, o el salto que puede beneficiar a tu carrera dejando de lado la selección.
-Claro. Estar en la selección, defender los colores de tu país, es buenísimo. Pero al mismo tiempo tenés otros 300 días del año en el que querrías probarte en otro nivel y saber para qué estás deportivamente. Entonces se hace muy complicado a la hora de tomar la decisión, porque jugar con la selección es algo que pesa mucho, es a lo que todo deportista aspira. Pero si te aparece la chance de jugar en otro nivel, como en mi caso en Argentina, o llegar a la NBA, o los jugadores de béisbol en la MLB… Esos son sueños, que encima vienen con beneficios como hacerte conocer, ganar dinero y ayudar a tu familia. Entonces empezás a pensar en dejar cosas de lado.

-¿Tu familia te apoyó cuando tuviste que tomar la decisión de irte de tu país?
-Sí, totalmente. De hecho yo era el único que estaba en duda, porque tenía 19 años, venía de un buen momento en el básquet local, se hablaba bastante de mí y me habían llamado para la selección. Era todo nuevo, y si dependía de mi creo que me hubiese quedado. Pero en ese momento, yo no veía a futuro. Y mis padres me explicaron que tenía que ver más allá, y no en algo de cuestión de un par de años. Ahí entendí que me tenía que ir.

-¿Cómo está tu situación actual con la selección de Cuba, podés regresar?
-Estuve hablando hace cinco o seis meses con un entrenador de allá con el que estaba en contacto y quería que algunos jugadores de los que se habían ido de forma legal pudieran ir a entrenarse durante un mes allá para ver si podíamos hacer el equipo. Pero te ponían una condición. Cuando vos te pasás dos años afuera de Cuba, es como que perdés los derechos y pasás a ser extranjero. Y ahora te daban una chance de volver a hacer los papeles y recuperar los derechos como cubano. Era la condición.

-¿Y haciendo esos papeles perdías algo sobre tu carrera en el exterior?
-Ese era el tema. A un jugador le plantearon hacerlo y cuando le explicaron bien el tema, tampoco le servía. Entonces quedó todo en el aire. Así que no sé, el día que sea, nos sentaremos a hablar.

-Con todo lo que contás imagino la impotencia que deben sentir al no tener la chance de representar a su país sin resignar en el medio el bien de sus carreras…
-Sí, sin dudas. Pero también sabemos que es algo que viene desde arriba. Ese es nuestro caso, pero a los que más los afectó en Cuba es a los jugadores de béisbol. Si les pasa a ellos, que son parte de un deporte de elite, fueron campeones del mundo y ahora no se llega a pasar una primera ronda con los que se quedan, imaginate cómo sería con nosotros. Entonces, ya pienso que en las fechas de la selección se vienen mis vacaciones y descansos.

-Seguramente, cuando tomaste tu camino, lo hiciste con sueños e ilusiones para tu carrera. ¿Cuáles son?
-Yo quería jugar a buen nivel profesional. De ahora en adelante, después de llegar a Argentina, me gustaría dar un salto más fuerte, quizás probar en Europa y ver si puedo jugar en un nivel así. Y luego subir poco a poco. Ahora voy a cumplir 27 años y, si bien no soy el joven de antes, tampoco soy viejo. Me queda mucho por delante y quiero mejorar para subir algunos escalones más.

-¿Y la NBA cómo se toma para el cubano?
-Es un sueño para todo el mundo. Sé que es algo difícil, para lo que hay que tener talento y suerte para llegar. Pero tampoco pienso en que si no llego, es un fracaso. Yo trato de enfocarme en mis momentos, en mejorar día a día y esperar que algún día se dé un salto así.

-Y con eso vuelve a saltar el tema político, porque la relación de Cuba y Estados Unidos tiene sus conflictos…
-Ahora parecían que se estaban arreglando las cosas, se había dado un paso adelante e incluso la NBA fue a Cuba, pero cambió el presidente y todo volvió hacia atrás de nuevo. Pero como te dije, son cosas que uno no puede manejar. A veces sentimos que no es nuestra culpa. Tuvimos la suerte y, también, la desgracia de haber nacido en Cuba. Es lo que nos tocó.

-Cuando volvés a Cuba, ¿lo hacés con tranquilidad por las decisiones que tomaste o te reprochás algo?
-Nunca me reprocho nada. Cuando voy, lo hago contento y veo a mi familia. Quizás cuando salgo me quedo un poco triste porque a veces me gustaría pasar un poco más de tiempo con la familia, pero son cosas de los primeros días. Después sabés que te tenés que ir porque estás haciendo las cosas bien. En Cuba no hay ningún futuro que me haga quedarme. El día que quiera hacerlo, será cuando no juegue más al básquet. En cuanto al básquet, no hay forma de un futuro allá. Pasan muchas cosas, sobre todo políticas, que uno no puede manejar y estaban cuando nací. Sólo queda adaptarse a la situación. Pero bueno, nunca me reprocho de la decisión de salir. Si me hubiera quedado allá, no estaría en la selección porque me hubiera estancado, y tampoco hubiera jugado profesionalmente.

Leandro Fernández
@FernandezLea
[email protected]
@cabboficial

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