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Quiero volver y establecerme en la Liga, y no ser el comodín de corte

Viernes, 02 de Junio de 2017 / Publicado en La entrevista de la semana
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Nicolás Lauría pasó por La entrevista de la semana y se metió de lleno en la previa de la final del TNA. Las chances de Comunicaciones contra Estudiantes, su protagonismo en la categoría, los cambios en su juego, las diferencias con la Liga Nacional, el desafío de regresar a la máxima división y todo sobre la particular historia de vida con su padre.

-¿Se puede explicar la sensación previa a una final?
-Es medio raro, porque se mezcla la ansiedad para que llegue con la sensación de ver qué puede pasar. Estuvimos casi diez días esperando para conocer el rival y prepararlo. Por ejemplo, el lunes a la noche ya me costaba dormir imaginando el enfrentamiento. Pero es lo lindo de estar en una final, es lo que generan los playoffs.

-¿Qué llevó a Comunicaciones a esta instancia?
-Creo que el grupo. Si bien es un equipo que se armó bien desde el principio, con un buen cuerpo técnico y jugadores que bajaron de la Liga, armar un grupo ideal no es fácil, porque además de los objetivos colectivos hay cuestiones individuales. Pero las pudimos plasmar todas bajo una misma línea, nadie se salió de libreto o sintió incómodo con su rol, y se fue construyendo todo en paz para el bienestar del equipo. Siempre tuvimos mucha solidaridad. Y acá estamos, en el lugar que queríamos desde el principio. No iba a ser fácil, porque son 26 equipos y seis de los 13 de nuestra Conferencia se habían preparado para lo mismo. Ahora queremos cerrarlo lo mejor posible.

-Encima el premio de sólo un ascenso puede ser muy cruel ante tantos que pelean.
-Seguro, es más complicado. Te matás durante diez meses con la presión de llegar por lo menos, y una sola chance es muy poco. Pero son las reglas del juego y hay que luchar contra viento y marea para ascender.

-¿Para vos es un desafío especial por lo que pasó el año pasado con Barrio Parque, perdiendo en la final?
-Sin dudas. Es una revancha. Aquella final no era el objetivo, pero se nos fueron abriendo los caminos, fuimos tomando más responsabilidades y casi ascendemos, porque llegamos al quinto partido contra Hispano Americano. No teníamos extranjeros ni nos habíamos armado para ascender, pero estuvimos muy cerca de lograrlo. Hoy es otro desafío, con un equipo armado para eso y con la chance de revancha.

-¿Qué aprendiste de aquella vez, o qué te dejó un golpe así?
-Lo que aprendí es que nunca está nada dicho o escrito, que por más inferior que puedas ser en los papeles, hay que luchar e intentar. Si uno está convencido de lo que hace y cómo lo hace, le puede ganar a cualquiera. El TNA tiene ese condimento que no tienen otros torneos. Acá cualquiera puede ganar, y la cabeza y la garra quizás le pueden ganar al talento.

-Entonces, ¿qué es el TNA? Suena a algo simple, pero sólo los que realmente lo conocen pueden explicarlo bien, y parece más que un torneo.
-Sí, es más que un torneo. Es algo que se juega mucho con la pasión, el corazón, la entrega. Por ahí hay jugadores que bajan de la Liga al TNA y no lo pueden jugar, y sin embargo vuelven a la Liga y lo hacen muy bien. Es una competencia que no es para cualquiera, donde por ahí hay equipos que te corren toda la cancha durante los 40 minutos y te ganan pese a una inferioridad en la calidad de jugadores. O donde hay equipos que son muy buenos y hacen una temporada regular fantástica, pero después se caen en los playoffs. Acá puede pasar cualquier cosa, y no hay una fórmula que te asegure ganar. Quizás está en el grupo, en cómo se lleva el día a día.

-Vos llevás unos años de dominio en la categoría. ¿Cómo te sentís en la misma?
-No sé si la palabra es dominio, pero me siento protagonista. Desde que me tocó bajar, cuando lo hice en Rocamora después del corte de La Unión (temporada 2012/13), me sentí protagonista desde el primer momento. Esta es recién mi tercera temporada completa, fueron en Monte Hermoso, Barrio Parque y ahora Comunicaciones. Y en las tres subió mi protagonismo y nivel en la categoría. Me siento contento por cómo voy avanzando año tras año, pero uno siempre quiere más. Hoy, ese más es ascender, porque nunca lo hice. Ahora tengo la chance de revancha tras haberlo perdido el año pasado.

-¿Cómo ves a tu juego hoy en día? Porque hubo cambios con el correr de los años.
-Tuve capacidad de resiliencia, de tomar cosas negativas del pasado, como algunas lesiones que me cambiaron el estilo de juego. Para ser alero en el TNA quizás era demasiado alto y un poco lento, así que tenía que jugar de 4 después de jugar siempre de 3. Eso me llevó un proceso de adaptación y pulido, de tratar de buscar diferentes movimientos y actitudes para poder ser uno de los mejores ala pivotes.

-En 2013 fueron tus últimos partidos en la Liga Nacional, con Bahía Basket. ¿Se extraña?
-Se extraña muchísimo. La Liga es donde todos los jugadores quien llegar y jugar. Hoy ha crecido mucho. Y la Liga es otra cosa. Por ejemplo, desde la indumentaria. Este año me pasó algo que no vivía desde cuando estuve en Bahía, que es sobre la ropa que nos dan para estar por la calle, para andar y demás. Este año, Comunicaciones se portó como un equipo de Liga Nacional, y nos dio un bolso lleno de ropa del club. En otros equipos del TNA no me había pasado. En Monte nos la daban un día antes del viaje y después la devolvíamos, y en Barrio Parque teníamos sólo un conjunto. Acá nos dieron todo. Y eso cambia mucho. Algunos lo tienen en el TNA, otro no. Pero el tema de los viajes es diferente, la hotelería cambia, las comidas también. La Liga es la elite de nuestro básquet.

-Volver, ¿qué significa? ¿Desafío, objetivo real, algo que no se piensa?
-Todos los años lo pienso. Creo que es un objetivo y también un desafío. Porque no sólo quiero encontrar un lugar en la Liga, sino también cómo, con qué rol. Y sería un desafío establecerme en la Liga y no ser el comodín de corte, no quiero pasar por esa situación de nuevo, porque la viví dos veces. Pero quiero volver a la Liga lo antes posible. Ya tengo 29 años y quizás no voy a tener muchas más posibilidades, por más que sea protagonista en el TNA.

-¿Por qué pensás que no pudiste volver en estos años, más allá de algunos problemas físicos que seguro complicaron?
-No lo sé. Hay veces que las cosas no dependen de uno, sino de otras circunstancias, de los equipos, dirigentes, representantes, entrenadores… No sé, quizás están buscando otra cosa, o quedé en el medio de una posición como el 3 y 4. Algunos piensan que no puedo jugar la Liga de 4, pero yo pienso que sí. Entonces parece que para la Liga no soy ni 3 ni 4. Para 3 soy lento, para 4 estoy bien pero no puedo defender a un jugador más pesado… Hoy el básquet es más versátil y no tan encasillado. Qué se yo, hasta demostré que podía jugar de 5 en el TNA, defendiendo jugadores bastante pesados. Pero bueno, no siempre todo depende de uno. Yo hice lo mejor que pude e intenté todo. Fui el mejor del TNA y tampoco tuve las posibilidades de volver a la Liga.

-¿Cuán frustrante es que, haciendo todo lo que podés, no se te abra la puerta?
-En cierto punto lo es, pero uno tiene que estar contento con lo que logra también. No podés estar toda tu vida amargado por no llegar a un lado. Hoy me toca estar en Comunicaciones, y traté de hacer cosas para lograr objetivos distintos. En este caso, sería lograr el ascenso. Y sé que si lo conseguimos, probablemente tenga la chance de jugar la Liga con Comunicaciones. Entonces eso también es una motivación. Siempre hay que estar contento donde estás.

-Más allá de las diferencias fuera de la cancha, que ya las marcaste. ¿Hay mucha diferencia entre los jugadores del TNA y de la Liga? Porque mucho se ha hablado en estos años, sobre todo con el tema extranjeros de bajo nivel y la comparación con un nacional con mayor compromiso.
-Entre el jugador suplente de la Liga, que quizás vendría a ser uno del TNA, no creo que haya tanta diferencia. Considero que en la Liga necesitás más lectura de juego, cumplir roles o hacer dos o tres cosas bien que el TNA no te pide. Ahora, si bien creo que hay jugadores que podrían jugar en la Liga, también sé que hay otros que son goleadores en el TNA pero que no pueden cumplir el mismo rol en la Liga. Pero no hay tanta diferencia con un suplente o un extranjero de bajo nivel, sobre todo por el compromiso y la garra que puede tener un jugador que sube, que siempre lleva una motivación diferente. El que sube no se queda tranquilo y cómodo, sino que busca mejorar y tratar de ganarse su lugar.

EL CONTACTO CON SU PADRE, SIEMPRE EN LA CABEZA

-Tu historia de vida siempre llama la atención. ¿Cómo está hoy tu relación con tu padre, Zachary Cooper (ex jugador de Peñarol a fines de los ‘80, a quien encontró en 2011 tras una vida sin contacto)?
-Creo que la palabra sería stand by. Hace bastante que no hablo con él, casi dos años. Se ha cortado la comunicación. Lo he llamado varias veces y no tuve respuesta. Su situación en Estados Unidos no era de las mejores, así que quizás pudo haber pasado algo. Tengo las ganas de irme allá, pero yo estoy lejos de mi hija durante casi nueve meses. La veo muy poco, y cuando vuelvo a Mar del Plata quiero estar con ella. Pero bueno, en algún momento iré. Es una asignatura pendiente, ir para hablar con él sin esperar nada a cambio. Pero por el momento estará así. La única que me queda, que la pienso y siempre se la digo a mi familia, es ir y tocarle la puerta de la casa. Por teléfono ya no da para más, porque no tengo respuesta y no sé por qué. Lo mejor sería cara a cara y ver qué nos pasa.

-¿A qué te referís con que su situación no era buena?
-Económica, laboral. No estaba bien en ese aspecto, y hasta quizás socialmente. Así que no sé, puede llegar a sentir vergüenza. Bah, no sé qué podría sentir un padre al ver a un hijo a la cara en esa situación. Pueden pasar miles de cosas, pero no lo conozco y no puedo decir qué es lo que siente. Imagino que en algún momento de mi vida podré ir para ver qué me encuentro. Quiero hacerlo, sobre todo porque tengo hermanos y me gustaría tener relación con ellos, que es con los que más me podría llevar o compartir cosas.

-¿Ser padre te cambió la forma de ver las cosas?
-Sí, me cambió la visión. Yo por mi hija doy todo, no puedo estar sin ella. Si bien los americanos son distintos en cuanto a lazos familiares, yo siento otra cosa. Pero no lo pienso de manera recurrente. Sé que lo tengo que hacer, no es que lo pateo para adelante. Simplemente tengo mi vida. Si bien él es parte de mi vida y me gustaría que lo sea, mi vida está acá en Argentina y ahora se me hace más difícil porque los tiempos libres quiero pasarlos con mi hija. Quizás algún día me la llevo a ella, no sé. Este año no creo que vaya, pero podría ir el año que viene.

-Cuando decís sé que lo tengo que hacer. ¿Por qué lo sabés, de dónde nacen tus ganas? Otro, quizás, ni se preocupa más al recibir indiferencia y barreras desde el otro lado.
-Porque creo que es parte de mis orígenes. Me gustaría conocer esa parte paterna del árbol genealógico. Me llama la atención, no soy frío al respecto. El se podría acercar si tuviera las ganas o necesidad. Pero bueno, yo voy por ese lado, por conocerlo a él y más aún a mis hermanos.

-¿Jamás sentiste rencor al buscarlo tanto y pasar por esta especie de indiferencia o rechazo?
-No le guardo rencor para nada. Y creo que es porque mi vieja jamás me habló mal de él en todos los años que lo fuimos buscando. No trató de generarme un sentimiento de odio, sino todo lo contrario. Estoy abierto a lo que él pueda llegar a pensar, porque también hay que ponerse en el lugar de la otra persona. Así que dejo el camino libre y no le tengo rencor. Sin dudas que estaría buenísimo conocerlo.

-Quizás no debe haber palabras para describir la importancia de tu madre en tu vida, lo que fue y es…
-Y lo que será. Ella hizo todo. De hecho, no formó otra familia ni tuvo otras parejas que yo le conozca, porque dedicó todo su tiempo para mi. Ella laburaba horas extras, me iba a buscar al colegio y empezábamos. Inglés, básquet… Siempre estuvo conmigo, dio todo para criarme sin que me faltara nada.

-Ante toda esta situación, ¿qué fue el básquet en tu vida? Porque de cierto modo te dio la forma de llegar a conocer a tu padre.
-El básquet es mi vida. Empecé a los siete años y desde ese momento no podía parar. A los 16 tuve una lesión que me dejó un año sin jugar, y en lugar de largar todo estaba con más ganas que nunca. El básquet es todo en mi vida, y no sé qué voy a hacer el día que me tenga que retirar. Es un estilo de vida, y chupa a toda la familia, que se involucra y queda atrapada en lo que hacés con el básquet.

Leandro Fernández
@FernandezLea
[email protected]
@cabboficial

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