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Juani Marcos: “Cuando llegue la oportunidad, estaré preparado para darlo todo”

Jueves, 03 de Marzo de 2022 / Publicado en Argentinos en el exterior
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Madre y padre entrenadores, dedicados, completamente apasionados. Hermana mayor, jugadora. La menor, también. Simplemente no había forma de que el rosarino no se enamorara del básquet desde su tempranísimo contacto con la naranja, a sus dos años de vida. Siguiendo la carrera de papá Mariano, la familia que comenzaban a conformar con Mariana se mudó a las provincias de Chaco, primero, y Misiones, después. Allí, Juani no sólo continuó su formación, sino que se constituyó como uno de los mejores proyectos juveniles a nivel nacional.

En él posó sus ojos Peñarol, donde con tan sólo 15 años ya debutaba en Liga Nacional, demostrando calidad, personalidad, y un tremendo potencial a explotar. Tras cuatro temporadas en Mar del Plata, voló a España para unirse al Barcelona B y comandar un joven plantel en el ascenso a la LEB Oro. En la misma competencia, hoy forma parte de un equipo revelación como el Força Lleida en el que promedia 7.7 puntos, 1.7 rebotes y 2 asistencias en 20.3 minutos.

En paralelo, el base de 1m90 fue destacándose en las Selecciones formativas, habiendo disputado FIBA Américas en 2018 y Mundial U19 al siguiente año con actuaciones sobresalientes. Con un importante desarrollo en su juego pero todavía mucho por descubrir, trabaja y espera paciente por su sueño de llegar a la Mayor. Buscando conocer aún más en profundidad su recorrido deportivo y personal, desde Prensa CAB entablamos diálogo con este atrevido baluarte de la gran camada del 2000. Les presentamos, a través de una distendida entrevista, la hoja de vida de una de las mayores promesas albicelestes.

-Sabemos que heredaste la pasión por el básquet de tus padres, pero ¿podrías contarme un poco más sobre tu familia?
-Así es, papá y mamá fueron jugadores de básquet. Mi viejo dejó de joven porque siempre tuvo cabeza de entrenador, y como jugador no se le daba tan bien, ja. De hecho, se conocieron dentro de la cancha. Muy jóvenes tuvieron a Lucía, al año y medio llegué yo, y ocho años más tarde nació Delfina en Chaco. Toda la familia continúa en el deporte: mamá es secretaria de un hospital pero lleva adelante también su propia escuela de básquet para niños y niñas en El Dorado, papá trabaja en un club de Misiones y coordina las selecciones formativas femeninas, mientras que mis dos hermanas también practican el deporte, además de sus estudios.

-¿Y qué me podés decir de tus comienzos en el básquet? Eras prácticamente un bebé…
-Empecé a los 2 años y medio. Obviamente, no tengo recuerdos de esa primera etapa, pero siempre me cuentan que tenía un entrenador de casi dos metros que me daba mucha impresión por su altura, entonces cada vez que llegaba al club lo miraba hacia arriba y salía corriendo del miedo… Jugué en Rosario hasta los 6 años, en Náutico y Libertad, luego nos fuimos a Chaco donde conocí el básquet profesional ya que la Primera de Española jugaba el ex-TNA, y desde ahí nos mudamos a Misiones, cuando comenzó a dirigirme mi papá.

-Qué privilegio haber compartido con tu familia lo que más te gusta en la vida, ¿no?
-Sí, soy muy afortunado en ese sentido. Me acuerdo de una anécdota, teniendo tal vez 12 años pero jugando para la U15 de El Coatí. Iba trasladando la pelota, me viene a presionar mi defensor, me da un manotazo en la boca, y siento que se me sale un diente… Entonces, mientras con una mano seguía picando, con la otra me sacaba el diente de la boca. Me acerqué hasta el banco de suplentes donde estaba papá, le dije ¡tomá!, y se lo di. Me quedé mirando sin saber lo que pasaba, y no sé dónde habrá terminado el diente, pero lo importante es que no perdí esa pelota, ja.

-¿Cómo se te daba el mudarte tanto? ¿Qué costumbres tenías a esa edad?
-Al principio me costaba adaptarme, aunque de por sí era bastante cerrado y hasta antipático. Pero fui creciendo, cambiando mi forma de ser, acostumbrándome al cambio y aceptando cada nueva realidad. Lo que amaba era ir a tirar al aro, en muchas ocasiones tenían que echarme de la cancha. Después de comer me iba a lanzar, me sumaba a las prácticas de fundamentos que mi viejo le daba a los más grandes, más tarde tenía entrenamiento de Mini, U13 y U15 y todavía me quedaba jugando un tiempo más. Entonces me obligaban a irme y comer algo, porque entrenaba muchísimas horas sin parar.

-Jugando para El Coatí de El Dorado, en el Argentino de Clubes U15, escalaron al primer plano nacional. Allí te diste a conocer y enfrentaste a la otra potencia del torneo: Marco Giordano.
-Ja, tanto con Marquito (Giordano) como con todos los chicos de la camada 2000 tengo una relación muy buena, pero sí es cierto que estábamos siendo los dos nombres más importantes del torneo, nos llevamos todas las miradas ese fin de semana y jugamos un partidazo en semifinales. Fue un momento increíble, recuerdo mi alegría por haberlo compartido con mi padre como entrenador, mi mamá como asistente, además de familiares y amigos viajaron a vernos.

-Más adelante, cuatro temporadas en Peñarol, donde debutaste en Primera con sólo 15 años. ¿Cómo fueron esas incursiones en el máximo nivel siendo todavía muy chico?
-Mi idea no era quemar etapas, nunca imaginé ser base titular de un clásico con 17 años, pero la situación se dio así y siento que supe aprovechar las oportunidades que tuve. A veces, si uno está parado en el lugar y el momento exacto, las oportunidades llegan. Y siempre voy a estar agradecido con Peñarol por haber confiado en mí siendo tan joven.

-¿Qué tal llevabas mientras tanto los estudios? ¿Siempre supiste que te dedicarías al básquet?
-Desde los 13 o 14 años tenía clarísimo que quería ser jugador profesional, y hasta ese momento los llevaba bien. Ya en Mar del Plata, me empezó a costar porque entrenaba doble turno, entonces debía retirarme temprano del cole para ir al club y me perdía el día completo de clases. Entonces, hablé con Leo Gutierrez (NdeR: DT de Peñarol en aquel momento) y con mi familia, y tomamos la decisión de postergar los estudios e intentar terminarlos a distancia. Precisamente, terminé la secundaria el invierno pasado en Argentina. Fue difícil volver a sentarme en un aula, había perdido el hábito, pero lo pude lograr.

-Pudiste jugar para la Universidad de Gonzaga en USA, pero te inclinaste por Europa. ¿Cómo se dio la posibilidad del Barcelona? ¿Qué te llevó a tomar esa decisión?
-Por un lado, cuando surgió la posibilidad de Gonzaga, aún no tenía terminado el secundario. Pero, sobre todo: ¡se trataba del Barcelona! También, me llamó la atención Europa porque lo veo como un baloncesto más divertido, que encaja mejor con mi estilo de juego. El primer contacto fue a través de Lea Bolmaro: él me dijo que le estaban preguntando por mí, y yo pensé que me estaba jodiendo, hasta que me aseguró que hablaba en serio…

-¿Cómo fue encontrarte en otro país, con otras costumbres y en ocasiones con otro idioma? ¿Pudiste ir a ver a Messi jugando en el Nou Camp?
-No fue fácil las primeras semanas, pero ya sabía lo que era estar lejos de mi familia, entonces el golpe no fue tan fuerte. Al catalán no lo hablo, pero ya lo entiendo casi a la perfección. La ciudad es simplemente una belleza, imposible no enamorarse del lugar. Y me encanta el fútbol, miro mucho, pero justo se dio la pandemia, y cuando el público estaba volviendo no me coincidían las fechas, así que nunca lo pude ver en vivo, tuve mala suerte con eso.

-Jugaste dos temporadas en Barcelona, con ascenso incluido y muy buenas actuaciones en los juegos decisivos. ¿Qué sensaciones te quedan de ese paso? ¿Y qué se sentía tener 20 años y, aún así, ser de los más experimentados del plantel?
-La primera temporada, en la que estábamos en zona de ascenso, no llegamos a terminarla por el COVID. Pero estuvo muy bien, la tomé como una adaptación. En la siguiente me sentí mucho más suelto, y por suerte tuve una gran fase final. Esos momentos, los importantes y definitorios, son los que más me gustan jugar, me generan una motivación extra. Y la verdad es que me gustó ser de los más grandes, es una manera de empezar a tomar responsabilidades y liderar equipos en todos los aspectos. Me atrae el desafío de asumir ese compromiso, y me sentí muy cómodo.

-Barcelona B decidió no participar de la segunda división, por eso tu cesión al Força Lleida. Pero antes realizaste la pretemporada con el primer equipo, una tremenda experiencia…
-Al llegar al club, ya me había tocado hacer la pretemporada con Pešić como entrenador, y ahora lo mismo con Jasikevičius. En cada ocasión, me encantó disfrutar y aprender del máximo nivel. Es increíble, te eleva el juego de gran manera, sobre todo en lo táctico porque para cada situación trabajan muchísimas variantes, lo cual obliga a estar enfocado al 100%. Estaba rodeado por monstruos, y todos son muy simpáticos y compañeros, pero me quedo especialmente con la figura de Mirotić: pasé de verlo en la NBA y jugar con él en la Play, a entrenar juntos.

-Hoy, con el tema de tu ciudadanía resuelto, te desempeñás para un Força Lleida que está dando que hablar en la LEB Oro. ¿Cómo te estás sintiendo?
-Me siento muy bien, me dan mucha confianza, me dejan fluir y que disfrute de todo esto. Al ser una ciudad no tan grande, se vive como si fuéramos una gran familia, estoy muy contento. Esperar la ciudadanía costó mucho, fue duro, porque en una lesión se sabe que existen tiempos de recuperación que respetar, pero en una cuestión burocrática no tenés idea cuándo se resolverá. En mi caso, me dijeron que para octubre de 2021 tendría todo listo, pero debí aguantar hasta enero de 2022. Me estaba explotando la cabeza, por suerte ahora ya estoy tranquilo.

-¿Cómo es tu día a día en España? ¿Tenés otros pasatiempos además del básquet?
-Vivo con dos compañeros: Mark Hugues, norteamericano, y Shaquille Cleare, de Bahamas. Además tengo grandes compañeros en el equipo, y siempre hacemos algo juntos como salir a pasear por la ciudad. Al principio, estaba mucho en casa jugando a la Play o charlando a la distancia con amigos, pero ahora año estoy más abierto, salgo y me relaciono mucho más, gracias a que se formó un grupo bárbaro.

-Dijiste que te gustaría mejorar tanto en la parte física como en el liderazgo, ¿cómo llevás esos aspectos? ¿Y qué situaciones específicas del juego creés que podrías mejorar en el corto plazo?
-Bien, les doy mucha importancia porque pienso que son claves para mi futuro, así que intento trabajar todos los días en ello. Y creo que la “flotadora” es una jugada que debo perfeccionar para el máximo nivel, porque de pronto te encontrás con un Edy Tavares o ese tipo de jugadores de gran envergadura, y cuesta mucho llegar hasta abajo del aro.

-En 2016 viajaste al TBF en Turquía y se subieron al podio, pero el mismo año quedaste al borde de participar del Mundial U17. ¿Cómo te afectó esa no inclusión final en un equipo integrado por muchos compañeros de camada?
-El momento en que me comunicaron que era el jugador N° 13 me afectó y dolió bastante. Recuerdo que estábamos a punto de entrenar, recibí el llamado con la noticia y, cuando salí del vestuario, rompí en llanto. Por supuesto que entrenadores y compañeros me contuvieron al instante, pero lo sufrí mucho... Con el tiempo lo pude entender y concluí que si seguía trabajando tendría más oportunidades, que por suerte llegaron. Aceptar que no siempre se gana es fundamental para el crecimiento.

-Más adelante, jugaste un tremendo FIBA Américas 2018 en Canadá. ¿Ahí fue que te sentiste definitivamente jugador de Selección?
-Habíamos ido a los ODESUR con la U18 justo una semana antes, y a los tres minutos del primer partido salí lesionado por un microdesgarro del cuádriceps. Entonces dudaba de cómo estaría para el Mundial, y al primer juego ante Canadá llegué con lo justo, con algunas molestias. Pero se dio aquella situación en la que -todavía no sé bien cómo- me iluminé y convertí cuatro triples en un minuto y medio, no entendía lo que estaba pasando, ja. En ese torneo me terminé de insertar en el grupo, fue espectacular.

-Y llegó el Mundial U19, con comienzo perfecto y sorpresiva caída en octavos. ¿Qué aprendiste de aquel certamen que fue positivo pero donde se veía que estaban para pelear más arriba?
-Esa derrota nos dolió mucho, pero nos ganaron muy bien, nos sacaron de la cancha. Puerto Rico suele jugar así, imponiendo su ritmo. Veníamos de ganar los tres encuentros anteriores y nos enfrentábamos con el último del otro grupo, entonces tal vez nos relajamos, pero aprendimos para siempre que no debemos confiarnos, y que cada partido debe jugarse.

-Aunque tu nombre aún no haya sido incluido en una convocatoria final, estás en consideración para la Mayor. ¿Soñás con pronto tener tu oportunidad? ¿Qué significa vestir nuestros colores?
-Siempre estoy soñando con eso. Estuve en una larga lista de preseleccionados, pero no me ilusioné por demás porque no hubo un contacto formal. Sé bien que debo seguir trabajando con la misma mentalidad, y cuando la oportunidad llegue estaré preparado para darlo todo. Representar a tu país es algo único, lo disfruto muchísimo, es dar hasta el último esfuerzo por dejar tu bandera lo más alto posible.
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