“Mi mejor terapia es el gimnasio, disfruto muchísimo entrenarme sola en esos momentos de libertad”, comenta Andrea sin dimensionar que en esa simple respuesta evidencia la incansable cultura de trabajo que adoptó y que la llevó a ser una de las más importantes jugadoras de la Selección. “Vestir la camiseta argentina, escuchar el Himno, sentir el apoyo de la gente, subir a un podio, es increíble… Es erizarte, llorar, sufrir, reír y disfrutar, todo a la vez”, describe la mendocina que se calzó por primera vez la albiceleste en 2007, y que quince años más tarde no sólo sirve de ejemplo para las nuevas generaciones, sino que con su vigencia constituye una muy buena razón para continuar soñando en tamaño olímpico.

Petroleros YPF, Lanús, Berazategui, Estrella de Berisso, Obras Sanitarias y Quimsa en Argentina. Murcia, Toledo, Bembibre, La Seu, León, Ferrol y -actualmente- Granada, son los lugares que albergaron su juego en España. Por si faltara más, su currículum se completa con la Universidad Católica de Bolivia y el Venceslau brasilero. En cada sitio en que su entrega fue demandada dejó su huella, y cada paso la ayudó en su constante crecimiento deportivo. En las formativas nacionales, logró el Subcampeonato Sudamericano U17 y un inolvidable 3º puesto en el Mundial U19. Con la Mayor, varias alegrías más: Bronce en el FIBA Américas de Edmonton 2015, Plata en la AmeriCup de Buenos Aires 2017 y Oro en el Sudamericano de Tunja 2018, luego de 70 largos años y venciendo al clásico rival en la final.

La autora de la Asistencia de la Década 2010-2020 lideró en la última temporada al Baxi Ferrol camino al ascenso a Primera, mientras que en la presente edición el Manuela Fundación RACA de Granada la disfruta entre sus filas en una Liga Femenina Challenge en la que promedia 12.2 puntos, 5.2 rebotes y 2.1 asistencias en 27 minutos. En nuestro país, fue campeona y MVP con las santiagueñas, además de poseer el récord de mayor anotación en un partido de Liga, con 41 unidades. En esta entrevista conoceremos en profundidad a la persona detrás del talento, al sacrificio que requirió convertirse en una alera de elite. Boquete, sus primeros pasos, su partida al Viejo Continente, su amor por la familia de la Selección, el sueño de París 2024 y una anécdota mundialista que no te podés perder.

-¿Qué recordás de tu infancia en esa cuna de grandes basquetbolistas como es Mendoza? ¿A qué edad comenzaste con el básquet?
-Empecé a los 8, cuando mi tía Nancy llevó a mi hermana al Tomba, club donde mi abuelo Juan Alberto jugó al fútbol y del que toda la familia es hincha. Como la seguía a todos lados, fui con ella, pero estuvimos sólo unos días y pasamos a Petroleros, donde prácticamente me crié. Toda esa época fue muy linda, y recuerdo bien cuando llegó la posibilidad desde el exterior: nos pasamos la noche llorando con mis mejores amigas por la mezcla de sentimientos, entre la felicidad por la oportunidad y la tristeza por no querer dejar tanto atrás. Todavía no era consciente del viaje que emprendería, pero viéndolo en retrospectiva lo elegiría una y mil veces.

-¿Ya desde pequeña te destacabas? ¿Cómo fue jugar en la Primera del club donde te criaste?
-Sobresalía en altura en comparación con mis compañeras, por eso pensaron en el básquet. Siempre jugué en categorías mayores y me encantaba, nunca se me hizo difícil. Pasaba todo el día en la cancha, entrenando incluso con Primera. Una entrenadora siempre le decía a mamá que veía algo en mí, que si trabajaba podría explotar ese potencial, y muy errada no estaba, ja… Allí había jugadoras como Caro Sánchez, Cele Cabañez, Jose Belelli, Gabi Coria, y para mí fue un honor compartir con ellas. El día que me retire, quisiera despedirme jugando en mi ciudad. Hoy todas las chicas juegan en Atenas de Mendoza, así que deberé sumarme allí para darme el gustito.

-A tus 17 volaste a Murcia. Contame sobre esa decisión… ¿Pudiste antes terminar los estudios?
-Aún iba a la secundaria y, cuando llegó la propuesta, le dije a mis viejos que primero debería terminarla. Ellos pensaban que a veces el tren no vuelve a pasar, me aconsejaron subirme y completar el cole en cuanto pudiera. Es algo pendiente, pero pronto podré culminarlo. Mis amigas, el club y el ser súper mamenga me hacían dudar, pero decidí arriesgar y siempre agradezco a mis papás por el empujón. Todavía no tomaba al deporte como primera opción, siempre pensé que me habría gustado ser kinesióloga, profesión con la que estoy muy en contacto, pero claro que hoy el básquet es mi vida entera.

-¿Qué tal se te dio la adaptación en España siendo todavía tan chica?
-Al principio me costó una enormidad: en las noches de los primeros tres meses no podía dejar de llorar, me costaba mucho dormir. El gran cambio y el pensar que no podía ver a mi familia cuando quisiera, fue duro. Pero tuve la fortuna de ir a equipos con buena gente, que me cuidaba y era empática. Llegó una rápida maduración, y le tomé el gusto a la vida profesional con la que me encontré.

-A partir de ahí jugaste tanto en Europa, como en Bolivia, Brasil, e incluso varios clubes de Argentina. ¿Con qué básquet te quedás? ¿Cómo ves a nuestra Liga Femenina?
-En Bolivia sólo disputé el final de un torneo, y en Brasil me costó acostumbrarme al roce, ya que juegan incluso más fuerte que en Argentina. España es de los mejores lugares para competir, la liga está a un nivel muy alto. Pero la realidad es que cuando pasé mucho tiempo jugando en el país, no fue fácil volver a irme, me sentía a gusto, cómoda y cerca de mi gente. Cuando las cosas se hacen bien, me encanta jugar nuestra Liga, que es muy competitiva. A pesar de hoy estar en Europa, siempre tengo también la cabeza allá, pensando en volver.

-Sos una trotamundos, Andre. ¿Cómo es tu relación con el cambio, los viajes y la distancia?
-Con 31 años, una se va cansando mentalmente y tiene otras prioridades. Te perdés miles de cosas por seguir esta carrera y, si bien la sigo eligiendo, comienzan a valorarse cuestiones que antes no pesaban tanto. Siempre digo que ‘mi vida es un bolso’, siempre tomando un avión, yendo de acá para allá, dejando ropa en distintos lugares… Pero intento vivir el día a día, recargar pilas cada vez que puedo compartir con familia y amigos, y seguir disfrutando esto que amo, lo cual hace todo más fácil. En casa tengo a mi mamá Mabel, mi papá Luis, y mis hermanos Natalia, Juan y Mariela. Yo soy la menor, y ellos son los pilares que me bancan en esta aventura.

-¿Cómo sos fuera de la cancha? ¿Qué solés hacer en tu tiempo libre?
-Soy sociable y charlatana, pero a la vez súper tranquila y casera. En mis días libres, intento despejarme del básquet y de todo lo que lo rodea, ya que siempre estamos pensando en el juego y compartiendo con las compañeras de equipo. Cuando tengo la posibilidad, me aíslo e intento desconectarme; y mi mejor terapia es el gimnasio, disfruto muchísimo entrenarme sola en esos momentos de libertad. También opto por salir a caminar o ver alguna serie, nada muy raro.

-Hoy sos pieza clave en un Granada que busca acomodarse arriba de cara a los playoffs de la segunda división. ¿Cómo estás viviendo esta temporada?
-Esta nueva LF Challenge es más competitiva que en años anteriores, podés ganar y perder con cualquiera. Aquí se armó un muy lindo grupo, pero empezamos a sufrir bajas y lesiones, y pasamos de ser 13 jugadoras a sólo 8. Hoy estamos jugando sin una pivote natural, e intentamos suplir entre todas ese déficit. Veníamos de un pico alto, pero se está sintiendo ese desgaste. Igualmente estamos clasificando a playoffs y cumpliendo el objetivo. Hay un ascenso directo y otro en los cruces, por lo que estamos enfocadas en terminar lo más arriba posible.

-Hace no mucho ganaste el premio a la Asistencia de la Década, compitiendo en la final ante Diana Taurasi, la mejor del mundo. ¿Qué significó ese reconocimiento?
-Fue una muy grata sorpresa, pero siempre digo que pude ganar gracias a la gente y a la movida que se armó en las redes. Todo el mundo sabe que Taurasi… ¡Es Taurasi! Pero fue un lindo mimo que quedará siempre en mi recuerdo.

-Debutaste en las juveniles argentinas en 2007, con un Subcampeonato en el Sudamericano U17 de Ecuador y luego un histórico Bronce en el Mundial U19 de Tailandia. ¿Cómo viviste tu llegada a la Selección?
-En 2005 me convocaron a un Plan Altura, y yo no quería saber nada, me sentía sapo de otro pozo viajando a Capital. Pero me dijeron que asista, que no me arrepentiría, y cuando fui me encontré en un sueño, una locura que apenas comenzaba. El recuerdo que nunca se borrará de mi corazón es cuando salimos terceras del Mundial, un torneo que nos cambió la vida a todas e incluso también al básquet argentino. Ni siquiera nosotras imaginábamos ganarle a potencias que en la preparación nos habían derrotado duramente. Pero llegamos con rodaje, entrenamos cuatro veces al día, nos unimos como grupo y cada una aportó lo necesario en el momento preciso.

-Mientras algunas de tus compañeras del seleccionado se destacaron tempranamente, tu camino necesitó del desarrollo físico y la madurez de tu juego. ¿Sentís que la constancia y el trabajo son características esenciales de tu carrera?
-Pasar de las juveniles a la Mayor fue un cambio grande: era un ala-pivote con buen lanzamiento, pero cuando subí supe que debería ajustar mi juego al perímetro. Pero si una quiere estar en la Selección debe sacrificarse, entrenar duro, descansar, alimentarse bien, y otras cientos de pequeñas acciones que a largo plazo suman algo muy grande. Todas, sin importar edad, posición o club, debemos ser conscientes del esfuerzo que se tiene que hacer por y para la Argentina, de que representamos a un país y a un montón de nenas que nos admiran y necesitan nuestro ejemplo.

-En los últimos años se obtuvieron logros monumentales, y vos te convertiste en un emblema de la albiceleste. ¿Te considerás una de las líderes del plantel?
-Somos un grupo de más de 25 chicas donde todas somos importantes, y eso es lo bueno de la Selección. Estamos seguras de que, la que esté, va a demostrar y dejar todo en la cancha. Si bien me costó asentarme, pude encontrar mi lugar, y hoy estoy muy contenta de ser considerada nuevamente por el CT. Hasta el último de mis días como jugadora, lucharé por seguir siendo parte.

-¿Te mentalizás de alguna manera diferente para los juegos más picantes? Por alguna razón, siempre estás en los momentos decisivos…
-Cada partido tiene su valor, aunque es cierto que ante Brasil tenemos nuestra pica, ja… Pero sólo intento disfrutar y no pensar demasiado, es como más fluidas me salen las cosas. Siempre se puede aprender, y habrá juegos mejores que otros, pero creo que en el profesionalismo actual lo fundamental es estar preparado y sano mentalmente. Podés entrenar mil horas, pero no vas a plasmar ese esfuerzo en el parquet si no tenés confianza, seguridad y amor por lo que hacés.

-¿Qué me podés contar del 3x3? Una disciplina nueva en la que vienen pisando fuerte.
-Desconocía mucho del 3x3, pero tuve la posibilidad de jugar en el Panamericano de Perú donde nos llevamos la Plata con Meli (Gretter), Nacha (Pérez) y Vicu (Llorente), y me fascinó, se vive una adrenalina tremenda. Tenía miedo de no servir para esa modalidad, pero finalmente lo disfruté un montón y hasta quedé con ganas de más. Al fin y al cabo es básquet, y me pone contenta que en Argentina esté creciendo tanto.

-¿Recordás alguna anécdota que hayas vivido en la Selección y se pueda contar?
-La primera que se me ocurre es del Mundial U19 donde obtuvimos el Bronce. Mientras nos preparábamos para el primer partido frente a Australia, Nati Durso no encontraba sus zapatillas y empezó a preguntarnos a todas dónde estaban, pensaba que era una joda. Mirá si con los nervios que teníamos por el debut íbamos a hacer eso… Se dio cuenta que las había dejado en el hotel y se fue volando a buscarlas con un dirigente. Hicimos parte de la entrada en calor y la charla técnica sin ella, pero el DT Eduardo Pinto no había notado su ausencia, y ninguna quería decirle para no generar problemas. Por suerte, Nati apareció victoriosa antes del inicio, se sumó al final del calentamiento y terminó saliendo todo bien. Durante todo el torneo nos morimos de risa de la situación, porque podés olvidarte de cualquier cosa, ¡menos de las zapas antes de arrancar un Mundial!

-¿Qué viene a tu mente cuando menciono las palabras ‘Rumbo a París’?
-Uf, desde que tengo uso de razón, todas soñamos con jugar un Juego Olímpico. Es la cima en la carrera de cualquier deportista, y nosotras la venimos peleando hace mucho. Últimamente atravesamos muchas negativas y es hora de que llegue lo bueno, creo que esforzándonos y entrenando como lo estamos haciendo, somos capaces de conseguirlo. Estamos enfocadas en eso, vamos en búsqueda de cumplir el sueño máximo.

-¿Qué simboliza para vos la camiseta de la Selección?
-Pienso en la palabra “Familia”, porque es lo que somos. Es mi gente, mi segunda casa, el lugar donde todas crecimos, porque desde muy chicas vamos a las concentraciones en el CeNARD, compartimos en el comedor, pasamos juntas cumpleaños, nos entrenamos en el gimnasio… Siempre deseo con todo mi corazón poder reencontrarnos, sólo verlas es como sentirme en casa. Y la Selección es lo más lindo que te puede tocar vivir, sin dudas. Vestir la camiseta argentina, escuchar el Himno, sentir el apoyo de la gente, subir a un podio, es increíble… Es erizarte, llorar, sufrir, reír y disfrutar, todo a la vez.