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A 15 años de un triunfo épico: la Selección que fue un “relojito suizo” ante la poderosa España

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En la segunda fecha del Mundial 2006, Argentina venció 77-64 a una España repleta de figuras y alcanzó su pico máximo, un batacazo que pasó a la historia. Recordamos ese hito con Gisela Vega y Marce Paoletta.

13 de septiembre del 2006. En ese entonces, no muchos imaginaban que aquel día iba a quedar grabado en la memoria de todos. Transcurría la segunda fecha del Mundial de Brasil y Argentina tenía por delante una prueba de fuego tremenda: enfrentarse a una España estelar, repleta de figuras. Y como en un cuento de hadas, mejor que uno soñado, la Selección terminó dejando una huella gigantesca en la historia al conseguir un triunfazo por 77-64. 15 años después, el capítulo se mantiene como uno de los más resonantes de todos los tiempos.

Los antecedentes de Argentina eran buenos porque había material, con una base importante del Sudamericano y el Premundial del año anterior. Nicolini de capitana, más Soberón, Paoletta, Vega, Caro Sánchez, Nati Ríos, Ale Chesta, Liñeira, Gimena Landra, una Sandra Pavón que ya había debutado en la mayor pero que estaba en sus primeros años, Gatti y la Flaca Alejandra Fernández constituían un equipazo, que ya era importante por entonces pero que con el tiempo fue adquiriendo más trascendencia aún por lo que marcó. El saldo final de ese Mundial, aquel 9° puesto en la que fue la mejor ubicación histórica, fue la frutilla del postre, pero indudablemente ese partido del 13 de septiembre fue el pico máximo.

Para entender el contexto, hay que recordar un poco a esa España liderada por la legendaria Amaya Valdemoro, que ya había sido tricampeona con la WNBA y en ese momento jugaba para el CSKA ruso. No era la única: también estaban Anna Montañana, Laia Palau, Elisa Aguilar, Marta Fernández, entre otras, como parte de un equipo que venía de ser subcampeón europeo.

La Selección no se quedaba atrás. Había reunido a un buen equipo, por calidad en su plantel y por jerarquía pero también por logros deportivos. Generaba muy buenas sensaciones pero de todas formas, ante un rival de tanta envergadura, un triunfo parecía imposible.

“La zona que nos había tocado era la más difícil y dura del torneo (NdR: Argentina compartió grupo con Brasil, España y Corea). Habíamos hecho un partidazo en el debut contra Brasil y ahí nos dimos cuenta que estábamos bien, empezamos a creérnosla más y que realmente podíamos hacerle partido a cualquiera. No imaginábamos ese 9° puesto que terminamos consiguiendo, pero sí es verdad que después de ese primer juego me di cuenta que estábamos para más. Las 12 estábamos en un muy buen nivel, tanto las chicas que jugaban afuera como las que estábamos acá. Habíamos tenido mucha competencia y eso ayudó muchísimo. Todas estábamos en ese punto máximo”, reconstruye Marcela Paoletta, una de las mejores perimetrales de nuestra historia y parte de aquel mítico equipo, en charla con Prensa CAB.

Comenzaba la tarde de aquel miércoles en Sao Paulo y en Argentina ya había buenas sensaciones. El equipo dirigido por Eduardo Pinto venía de perder 71-69 en su estreno ante el local, pero a pesar de la caída existía una confianza interna que dejaba un saldo positivo porque, tal y como lo explicaba Paoletta, el grupo atravesaba un interesante momento deportivo.

“Gisela (Vega) estaba convencida de que a España le íbamos a ganar, y lo repetía con una seguridad tremenda. Yo la miraba y la veía tan segura, que por dentro pensaba que claramente manejaba una información que yo no tenía. Ellas la tenían a Amaya Valdemoro, WNBA, Laia Palau... todas sus jugadoras jugando en la A1 de España y en un gran nivel; y nosotras, solo Laura (Nicolini) y Gisela habían pasado por un nivel A1, las demás eran A2 y el resto jugábamos acá”, explica la escolta.

El rendimiento de Vega fue inmenso dentro de un juego que la terminó de consagrar en la elite: 24 puntos y 12 rebotes. Soberbia labor. Determinante debajo del aro, terminó con 10/15 de cancha y 3/4 en libres (67% de campo), 8 rebotes defensivos, 3 asistencias y 2 tapas. La entrerriana se suma a Paoletta y, también en diálogo con CAB, resalta esa confianza que había en la previa. Esa fue la clave y el factor que inclinó la balanza a favor de Argentina.

“Estaba convencida que íbamos a ganar desde antes de que arranque el partido. No sólo era por la confianza en el trabajo que veníamos haciendo como equipo en ese momento, sino porque también tenía la suerte de jugar la liga española y conocer un poco la intimidad de ese plantel español que nos tocó enfrentar. Entramos convencidas que íbamos a poder. Tan convencidas estábamos que entramos con esa fortaleza mental que los equipos europeos no tienen”, detalla la gualeguaychuense, quien jugó ese Mundial con 24 años y conocía muy bien a todas las jugadoras rivales por su actualidad en el básquet español.

De la Selección que se presentó en este Mundial había 5 jugadoras en el exterior: Vega en el Real Canoe y Chesta en el Olesa de España; Nicolini en el CUS Cagliari y Nati Ríos en el Calabra Maceri de Italia y Caro Sánchez que venía de jugar en Portugal y Ecuador. El resto, todas jugando en el país, repartidas entre Vélez (Paoletta, Pavón, Gatti y Fernández), Unión Florida (Soberón) y Lanús (Liñeira y Landra).

¿Qué pasó entonces durante el partido? Argentina mostró sus garras y desde el arranque jugó de igual a igual. Sin negociar su labor en el aro propio, sacando a relucir una defensa muy fuerte, adelante tomó buenas decisiones y seleccionó los mejores tiros para lastimar a su rival. Terminaron en 20 iguales el primer cuarto, y aunque luego se fueron al descanso con ventaja para las europeas (36-35), las de Pinto tenían el partido bastante controlado.

La segunda mitad siguió plasmando a una Selección en muy buen nivel. Lo mejor pasó por la defensa colectiva, y en ataque pesando mucho con el tándem interior de Vega-Sánchez (entre las dos anotaron 39 de los 77 puntos del equipo). Argentina entró al segmento final arriba por tres (56-53) y en los últimos diez minutos dio la estocada definitiva, terminando de florearse en ambos costados (21 a 11 el parcial) para cerrar un sólido 77-64.

“Jugamos todas. Entraba una, salía la otra y éramos un relojito suizo. Todo funcionaba, todo salía. Recuerdo que Cristian Santander estaba de asistente y había hecho el scouting, y todas las jugadas que se planteaban de defensa, de salidas y demás salían... todas, impecable. Y todas jugamos bien, porque cualquiera de nosotras que entraba aportaba. El equipo estaba muy aceitado”, explica Marcela sobre la dinámica del equipo en cancha.

España se vio aturdida. Laia Palau complicó (20 puntos) pero Argentina pudo controlarla en el final de la misma forma que lo hizo con la otra figura española, Anna Montañana. Aunque Valdemoro no iba a jugar y estaba planificado su descenso, ingresó unos minutos sobre el final. Eso no cambió la ecuación con una Selección argentina que ya había tomado el control.

“Nos subestimaron y se equivocaron en el planteamiento del partido, porque le dieron descanso a Amaya Valdemoro que era su pieza clave. Ahí estuvo el error. Y cuando la quisieron poner para salvar el partido ya era tarde. Nuestro hambre de ganar fue más letal que todos los nombres pesados que ellas tenían”, cuenta Gisela.

Paoletta rememora también cómo se potenció la autoestima del equipo con el correr de los minutos, y coincide con Vega en la falla del planteo rival que cuidó a Amaya sin pensar que Argentina iba a dar el batacazo. “Desde el principio del partido fuimos ganando. Se acercaban por momentos pero nosotras siempre tuvimos el partido controlado. Ahí empezamos a creer más que se lo podíamos ganar, y más viéndola a ellas entrando en desesperación. Valdemoro no iba a jugar porque como que el partido contra nosotras era fácil y la tenían en el banco, cuando vieron que las estábamos dominando la pusieron pero afortunadamente ella nunca enganchó en el partido. Lo ganamos muy bien”, dice.

Además de Vega (24) y Caro Sánchez (15), el trabajo de Vero Soberón (11) y Nati Ríos (9) también fue clave en el goleo. No sin dejar de mencionar a Paoletta, picante en la construcción del juego albiceleste y con 6 asistencias más 2 robos, además de 4 unidades, sin ir tanto al aro pero sí creando mucho y dándole vuelo al equipo.

“Después del partido, cuando entramos al vestuario, Gisela entró gritando '¡Se los dije, se los dije!'... y después de ese partido nos la creímos mucho más, estallábamos, no podíamos creer lo que había pasado. Tan así fue todo que de hecho después jugamos contra Corea y quedamos primeras en la zona, fue muy loco”, agrega la escolta entre sonrisas.

Argentina luego venció a Corea (73-64) y terminaría primera en el Grupo A con registro de 2-1, al igual que Brasil y España pero con mejor diferencia. Luego pasaría a la segunda fase, donde por supuesto aumentó la dificultad del torneo y se elevó la vara del Mundial respecto a su nivel. Pero aquella victoria ante las españolas quedará en el recuerdo.

“Hasta el día de hoy incluso, puedo estar trabajando o haciendo otra cosa y se me vienen a la cabeza jugadas y momentos de ese partido. Todo fue muy loco de verdad, no porque no lo hayamos trabajado sino por el nivel que tuvimos y demostramos. Se dio un salto de calidad que realmente no lo esperas. Hay una distancia importante entre un equipo súper profesional y la selección argentina, desde no tener a todas tus jugadoras siendo profesionales como así también la distancia que hay respecto al nivel europeo. Y nosotras en ese torneo parecía que teníamos ese nivel europeo, sólo nos faltaban 10 centímetros más de altura a cada una y estábamos a la par”, cuenta Paoletta.

“Es el torneo que más recuerdo. A nivel personal fue uno de los mejores torneos en los que me tocó participar, me consolidé como jugadora profesional, y a nivel grupal la química y el momento que pasábamos quedó reflejado incluso desde los resultados, porque cuando un equipo está bien se plasma dentro de la cancha. Fue un grupo espectacular en lo humano y lo deportivo, y la Selección se consagró como equipo por todo lo que dejó en ese Mundial”, reflexiona por su lado Gisela.

Así Argentina conseguía una de las victorias más importantes de su historia, en Sao Paulo y ante esa España repleta de figuras. Se empezaba a marcar un antes y un después con una Selección que ya venía demostrando tener argumentos, material y carácter para trascender, pero que en definitiva allí fue mostrándolo también a través de resultados como este. Batacazo. Inolvidable.

Fotos: archivo FIBA
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